domingo, noviembre 26, 2006

Ahí nomás

Hurgando en el pasto estoy seguro de que lo encontrarás
¡Anda! Ensúciate las manos que luego todo será lavado
Si buscas con pasión es posible que lo vayas a hallar
Si, esa pequeña llama que siempre te ha acompañado
A muchos, ella, el camino les va a mostrar
Y de esos muchos, otros cuantos se van a sentir extraviados
......
ultimamente no he podido terminar nada, incluyendo los escritos....

martes, noviembre 14, 2006

En la Barra

Estaban sacando el maní que estaba en el pocillo de cristal, sobre la barra. Ambos se imaginaban cómo sería si sus manos chocaran al tratar de sacar comida al mismo tiempo, se morían de ganas de que eso ocurriera, las sacadas seguían y ellos seguían muriéndose de curiosidad. La mano desocupada de él, apretaba nerviosamente el vaso, mientras que la de ella, se asía de la copa.

Los mozos, el barman, los clientes e incluso el pordiosero tras la ventana, observaban aquel romance inminente. El destino los había sentado al lado del otro, el mismo destino que había destrozado sus vidas horas atrás. Las luces de neón azul que le daban un suave tono a las botellas de las repisas, daban un perfecto ambiente para que fuese el incio de una gran historia. Dependía de ellos, lo tenían todo; eran dueños del tiempo, del lugar, de ellos y, extrañamente, de las acciones del otro.
La duda y la ansiedad se habían sobrepuesto a las lágrimas. Él había olvidado el abandono de aquella tarde, en la que al entrar a su casa se encontró de súbito con la soledad, claveles marchitos y la carta fría sobre la mesita de la entrada. Entendía lo que había pasado, pero no podía entender por qué ella no se lo había dicho todo a la cara, en vez de refugiarse en las letras que quemaban su vista. Entendía las razones, sabía que habían algunas cosas con las que no se podía luchar, pero no entendía la forma. Creía que había confianza entre ellos, creía que por el amor que alguna vez hubo podrían haberlo conversado, pero no se podía, ya se había terminado, ella ya estaba lejos de él.
A un asiento de distancia, ella no había tenido que pasar por las tragedias del corazón. Jamás. Nunca había sentido el dolor de la pérdida, ya que nunca había sentido el sabor de la compañía. Sólo conocía la tristeza y compañía incómoda de la soledad. Incluso la vez que había estado cerca de apartarla, no lo logró. Con esa copa a medio terminar entre los dedos, había dejado a un lado el rechazo sufrido esa tarde con el sol crepuscular de testigo, eso ya era pasado y no importaba. Lo que en verdad le importaba era ese calor que sentía bajo sus ojos y ese tenue temblor en las pantorrillas, cosas que nunca antes había sentido. Ese asiento al lado del desconocido había bastado para olvidar la frustración y la bañaba de nuevas esperanzas.

Ninguno de ellos se conocía con anterioridad, quizás se habían cruzado sus caminos alguna vez, pero eran tan sólo una cara más entre las multitudes ambulantes. A pesar de eso, se sentían, y sentían lo que el otro sentía en ese momento, pero ninguno se atrevía a revelarse. Esa sensación inesperada los hacía sentir bien, los hacía dejar de sentir solos.

lunes, noviembre 13, 2006

Mute

No me vuelvas a decir que deje de dedicar mis letras.
Entiende que no puedo.
Es mi idioma.
Mi corazón bombea estrofas y en mis venas fluyen versos.
Espiro metáforas y la respiro a ella.
Así que no me vuelvas a decir que no dedique mis poemas, que si no lo hago me quedo mudo.

Choque

La conoció la noche más feliz de su vida. Todo había sido perfecto, las luces, las nubes, el sonido, las miradas, todo. Él no esperaba conocerla ahí, sabía que existía, pero no pensaba que era lo que él había estado esperando hasta entonces. Tenía esa dulzura de niña que nada iguala, esa mirada sincera y la sonrisa nerviosa. Sin duda, era lo que él buscaba.
Pero había un problema. Siempre tiene que haber uno. El problema no era el que siempre le pasaba, no era que a ella no le interesara ni que a él no le interesara, era otro problema. El mejor amigo de él estaba enamorado de ella desde hace ya mucho tiempo, pero no había tenido suerte aún. Eso le impedía hacer cualquier movimiento más allá de la amistad, tenía ese límite. No podía fregarse a un amigo de esa manera, ese era uno de sus principios. Se tuvo que contener frente a lo que tenía al frente, aquella que él había idealizado estaba a su alcance, pero a la vez, lejana como el horizonte. A pesar que su amigo había dicho que a ella la veía solo como amiga y nada más, él sabía que la verdad no era esa.
Tenía la impresión de haber encontrado ese misterio que se le había tenido tan oculto, esa delicia que no podría probar, esa hermosura que sólo podría contemplar. En su vida le ocurrió lo que a pocos, la realidad chocó con sus sueños, y no sabía a qué aferrarse. No lo sabía.

lunes, noviembre 06, 2006

Mapache

- Quiero que llames a los fumigadores.
- ¿Por qué vendría siendo, caballerito?
- ¡Porque está todo lleno de mapaches! No sé de donde salieron, y no los quiero aquí.
- Señorito, usted los encargó...
- ¡¿Cómo?! ¡¿Ahora me dices que estoy loco?! ¡Anda controlándote, que chasqueo los dedos y te pongo de patitas en la calle!
- Lo siento, llamaré de inmediato.
- Eso. Ve.
Se escondió tras la vitrina, mirando cómo los mapaches jugaban por todo el jardín. Eran más de diez mapaches, con sus juegos inocentes inundando el patio. Él estaba mirando el reloj, esperando ansioso la llegada de los "fumigadores", para eliminar esa plaga que lo atormentaba. Miraba su reloj de bolsillo y golpeaba la punta del pie con el suelo. Sonó el timbre.
- ¡Señorito! Ya llegaron los caballeros...
- Que pasen rápido.
- ¿Qué tal? ¿Cuál es el problema?
- Esas bestias que están en mi patio, lo están destrozando todo y no puedo soportar verlos. ¡No puedo!
- Pero, esos son mapaches...
- ¡Mapaches, ardillas, castores, suricatas, elefantes, caimanes! ¡No me importa lo que sean! ¡Los quiero fuera de mi patio! ¡Fuera de este mundo!
- Caballero, hay un problema.
- ¡¿Cuál?!
- Son dos...
- ¡Hable!
- En primer lugar, es ilegal tener mapaches en la casa, como si fueran animales domésticos...
- ¡No sé cómo llegaron aquí!
- ¡Yo tampoco! Disculpe, no fue mi intención gritarle. Pero la ley de los derechos de los animales lo estipula claramente. No importa si no sabe cómo llegaron aquí, ya que si aparece un fiscalizador aquí, sea por aviso de un vecino o por investigaciones de tráfico ilegal, usted sería penalizado. Duramente.
- ¡Elimínelos! ¡Eso es todo lo que pido! ¡Elimínelos! Por eso le estoy pagando.
- ¡Listo! ¡Yo me voy de aquí! Mi trabajo es extinguir plagas y controlar situaciones de riesgo para la comunidad causadas por distintas especies animales, no es soportar a energúmenos como usted, estimado, ni lidiar con los problemas de ilegales, así que yo me largo. ¡Sí, me largo de aquí! Arrégleselas como pueda.
- ¡Vuelva aquí! ¡No se va hasta haber terminado con su trabajo!
- ¡No puedo terminar algo que no haya empezado!
- ¡Pues empiécelo!
- Señora, muy amable, que tenga un lindo día.
- ¡Fracasado! ¡Voy a hablar con tus superiores! ¡Te voy a hacer caer, imbécil! ¡¿Me escuchas?! ¡Te voy a hacer caer!
Se cerró la puerta y la ama de llaves se quedó un rato aferrada de la manilla de la puerta. Esperando mimetizarse con la madera, pero no lo logró.
- ¡Ven aquí, mujer!
- ¿Si, señorito?
- Quiero almorzar en la terraza, pero esos animalejos están por todos lados. Sácalos rápido.
- Pero, no sé como hacerlo...
- ¡Pues, ingéniatelas!
- Pero, el caballero dijo que era ilegal...
- ¡Te callas! Ahora sales y los eliminas.
- Pero, señorito, seguramente el caballero va a enviar a un fiscalizador y ahí si que nos meteríamos en un gran embrollo...
- ¡Embrollo tendrás si no haces lo que te digo! ¡Toma! Hay suficientes para todos ellos.
- Señor, yo no voy a matar a nada ni a nadie...
- ¡Toma!
- ¡No!

sábado, noviembre 04, 2006

Mar

Mi amor, voy a llegar a tí.
Si es necesario navegar, surcaré mil mares.
Si es necesario soportar tempestades, las combatiré.
Si es necesario escapar de mounstros, los voy a domar.
Si es necesario esperar en aguas calmas, les susurraré infinitos arrullos.
Si es necesario caer entre las olas, en una me voy a convertir.
Si es necesario hundirse, hasta el fondo más lejano he de llegar.
Si es necesario esconder el océano, cada gota me beberé.
Si es necesario todo... todo lo superaré
Todo por llegar a tí, mi amor.

Splash

Pienso que debería nadar. Ya no hay nada aquí que me interese. La gente es la misma, no me dan más que compañía, todo es repetido, las mismas hojas, el mismo pasto, el mismo cielo, no pienso continuar en esta monotonía. Yo necesito algo diferente, esto quizás estará bien para ellos, pero a mí no me basta. No me siento a gusto. Voy a nadar. Quizás al zambullirme entre a un mundo nuevo, un lugar donde mi compañía sean las olas, donde mi cielo sea la superficie y nunca ponga un pie en la tierra. Así podré encontrar la tranquilidad, un lugar como ese es el que sentiría como mi hogar. Aquí soy uno más, uno más entre ellos, uno más del montón. Necesito salir del corral, necesito encontrarme y que lo que en verdad me interesa, sepa que existo. Pero el problema está en que dicen que si uno nada, no puede regresar. Pensándolo bien, yo no quiero regresar, prefiero otro lugar, aquel que voy a encontrar en estas profundidades. Y si las olas del destino me hacen volver aquí donde me encuentro de pie, veré si las cosas han cambiado, le daré una oportunidad más a este mundo. Estas aguas siempre van a estar aquí para mí, para hacerme compañía y esperando mi compañía. Compañía que vamos a encontrar.

La Luna y yo

Desde mi ventana vi elevarse a la causante de miles de promesas, magnífica entre las ramas. Brillante e imponente en todo momento. Hoy estaba brillando de un blanco enceguecedor, y cada pedazo de ella brillaba para nosotros. Pero se apoderó de mí la congoja. Me acordé de que es esa luna, no otra, la que deseo mirar sabiendo que ella la está mirando también. Y no pude evitar derramar algunas gotas de mar, tan hermosa y no podía regalarla por esta noche. Quizás no podía, quizás no me decidía, quizás no quería, la verdad no sé. Lo único que sé es que fue una noche más entre la luna y yo y nadie más.
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