- Quiero que llames a los fumigadores.
- ¿Por qué vendría siendo, caballerito?
- ¡Porque está todo lleno de mapaches! No sé de donde salieron, y no los quiero aquí.
- Señorito, usted los encargó...
- ¡¿Cómo?! ¡¿Ahora me dices que estoy loco?! ¡Anda controlándote, que chasqueo los dedos y te pongo de patitas en la calle!
- Lo siento, llamaré de inmediato.
- Eso. Ve.
Se escondió tras la vitrina, mirando cómo los mapaches jugaban por todo el jardín. Eran más de diez mapaches, con sus juegos inocentes inundando el patio. Él estaba mirando el reloj, esperando ansioso la llegada de los "fumigadores", para eliminar esa plaga que lo atormentaba. Miraba su reloj de bolsillo y golpeaba la punta del pie con el suelo. Sonó el timbre.
- ¡Señorito! Ya llegaron los caballeros...
- Que pasen rápido.
- ¿Qué tal? ¿Cuál es el problema?
- Esas bestias que están en mi patio, lo están destrozando todo y no puedo soportar verlos. ¡No puedo!
- Pero, esos son mapaches...
- ¡Mapaches, ardillas, castores, suricatas, elefantes, caimanes! ¡No me importa lo que sean! ¡Los quiero fuera de mi patio! ¡Fuera de este mundo!
- Caballero, hay un problema.
- ¡¿Cuál?!
- Son dos...
- ¡Hable!
- En primer lugar, es ilegal tener mapaches en la casa, como si fueran animales domésticos...
- ¡No sé cómo llegaron aquí!
- ¡Yo tampoco! Disculpe, no fue mi intención gritarle. Pero la ley de los derechos de los animales lo estipula claramente. No importa si no sabe cómo llegaron aquí, ya que si aparece un fiscalizador aquí, sea por aviso de un vecino o por investigaciones de tráfico ilegal, usted sería penalizado. Duramente.
- ¡Elimínelos! ¡Eso es todo lo que pido! ¡Elimínelos! Por eso le estoy pagando.
- ¡Listo! ¡Yo me voy de aquí! Mi trabajo es extinguir plagas y controlar situaciones de riesgo para la comunidad causadas por distintas especies animales, no es soportar a energúmenos como usted, estimado, ni lidiar con los problemas de ilegales, así que yo me largo. ¡Sí, me largo de aquí! Arrégleselas como pueda.
- ¡Vuelva aquí! ¡No se va hasta haber terminado con su trabajo!
- ¡No puedo terminar algo que no haya empezado!
- ¡Pues empiécelo!
- Señora, muy amable, que tenga un lindo día.
- ¡Fracasado! ¡Voy a hablar con tus superiores! ¡Te voy a hacer caer, imbécil! ¡¿Me escuchas?! ¡Te voy a hacer caer!
Se cerró la puerta y la ama de llaves se quedó un rato aferrada de la manilla de la puerta. Esperando mimetizarse con la madera, pero no lo logró.
- ¡Ven aquí, mujer!
- ¿Si, señorito?
- Quiero almorzar en la terraza, pero esos animalejos están por todos lados. Sácalos rápido.
- Pero, no sé como hacerlo...
- ¡Pues, ingéniatelas!
- Pero, el caballero dijo que era ilegal...
- ¡Te callas! Ahora sales y los eliminas.
- Pero, señorito, seguramente el caballero va a enviar a un fiscalizador y ahí si que nos meteríamos en un gran embrollo...
- ¡Embrollo tendrás si no haces lo que te digo! ¡Toma! Hay suficientes para todos ellos.
- Señor, yo no voy a matar a nada ni a nadie...
- ¡Toma!
- ¡No!