viernes, enero 19, 2007

Revelvetion

Si tan sólo mis palabras
Pudieran causar una revolución
El mundo cambiaría
Sin necesidad de opresión

Sería una revolución
Sin disparos ni gritos
Tan solo susurros
Que en mi mente recito

Ellos serían como claveles
Delicados flotando por el cielo
Y una vez en tu mente
Se transformarían en terciopelo

Deja que te envuelvan
Que te nutran, que te pierdan
Que te abrasen y consuman
Luego deja que florezca

Como un brote de clavel
En tu corazón estará
La esencia de una revolución
Que algún día nacerá

Con ella, te aviso
Voy a derrumbar las viejas palabras
Y nuevas voy a componer
Así con nuevos conjuros las vidas abras

Así es como sería
Trastornar al mundo con melodías
Apaciguar alma y pensamiento
Con una rebelión cada día

Así ejerceríamos
Rebeliones de acero
Así crearíamos
Rebeliones de terciopelo

miércoles, enero 17, 2007

Mustio

Se asomó sin siquiera avisar que venía. Tenía claro que tarde o temprano tenía que llegar, pero no pensaba que sería tan luego. Entonces me asomé por la ventana y vi lo que tenía que ver. Estaban todas cabizabajas deshojándose y esparciendo su aroma alguna vez fresco que ahora apestaba. Mis ojos se empezaron a cristalizar. No quería salir de la casa, pensaba que no podría soportarlo, ni el olor ni la situación.
Después se me ocurrió que debía hacer un último intento desesperado. Todavía recuerdo que los primeros días les di toda mi atención y ellas parecían recibirla con gracia. Las veía crecer, extenderse en altura, brotando hermosura y deleitando con su lozanía. Pero algo pasó entonces. No sabría decir seguramente si fue algo que tenía el agua o que ellas eran muy caprichosas. Lo único que sé es que comenzaron a perder su brillo, ya no me regalaban el aroma de los primeros días, ya no querían tocar el cielo, querían juntar labios con el suelo. Esos días yo seguí regándolas y cuidándolas, pero ya nada servía. Al principio pensé que era algo pasajero, que luego volverían a ser las de antes. Pero los días pasaron y ellas perdían color y olor. Antes de resignarme por completo a perder la vida de mi jardín, decidí mirar por sobre la cerca que da a la casa de mi vecino, para salir de la duda si era algo de la tierra o del ambiente. Cuando me asomé, algo me entristeció por completo. Su jardín brillaba con todos los colores del arcoiris y otros que no conocía. Eran miles y miles de brotes tan mozos como hermosos. Florecían a cada momento, apenas una terminaba de florecer, otra lo empezaba a hacer. Esa vez entré a mi casa y cerré la puerta, cerré las ventanas y junté las cortinas. Lloré. Las gotas no solo cayeron en mi piso, sino también en mi techo. Tenía esperanzas de que con la lluvia, mis niñas recuperarían su alma precoz llena de vanidad. Pero no pasó. Las gotas de lluvia se evaporaron con el sol y el olor de la mustiedad se filtró por mis ventanas. Y volví a llorar. Y con estas gotas me di cuenta de que algo de esperanza tenía guardada.
Abrí mi puerta, dejé que el sol entrara y yo salí con mis lágrimas al descubierto. Me acerqué a ellas y continué con mi llanto. En mi mente yo había derramado mis lágrimas sobre sus pétalos y ellas habían recuperado todo su garbo. Y erguidas habían enceguecido al caleidoscopio de mi vecino. Pero vertí mis lágrimas en pétalos muertos y sobre tallos pálidos. Del rebotar de mis gotas con sus cuerpos sólo podía sentir un marchitado perfume. Y con ese olor en mi corazón, sigo sin entender si fue por capricho o falta de abrigo.

martes, enero 09, 2007

De cabeza

Había esperado tanto tiempo para convertirse en un capullo, que ya se le había escapado la paciencia. Quieto se quedó, estático todo el tiempo. Día y noche atrapado en la misma manta. Pero la paciencia ya no existía.
Hace tanto tiempo que había visto pequeñas criaturas volando sobre él, que él se moría de ganas de hacer lo mismo sobre las cabezas de otras como él. Dentro de esta manta en la que estaba, una luz trataba de engatusarlo. Ésta le ofrecía imágenes hermosas y enseñanzas que él no tomaba en cuenta. Se negaba a verlas porque pensaba que tardarían su metamorfosis. A él no le interesaba ese proceso interno, su ambición era tan grande que lo único que le importaba era conseguir su par de alas y no tener que arrastrarse más.
Pasaron los días, sintió cambios en su cuerpo y la manta se empezó a trizar. Se rompió. Cayó al suelo y se incorporó rápidamente, por fin tenía alas. Las sacudió hasta elevarse y empezó a recorrer el aire. A la distancia vió un par de mariposas aleteando suavemente por todos lados y decidió acercarse, para mostrarles que finalmente era una como ellas. Cuando a su lado se puso, ellas se espantaron y se alejaron de él. Lo mismo pasó cuando se acercaba a todas las mariposas que estuvieran cerca. Hasta que de tanto ser rechazado, se murió de cansancio. Pero en sus momentos finales, sintió la misma luz de tiempos pasados. Y se dio cuenta de que su existencia no había sido la de una mariposa, por culpa de su ambición se transformó en otra criatura alada cuyo nombre también empieza con "M".

Declaración sincera

No sé que me pasó ayer.
Me quedé mirando tu perfil como si hubiese sido la primera vez, tanto así que se me llegó a olvidar que tenías puesta la cámara. Me viste cometiendo mi "crimen".
Además, te golpeé varias veces la pierna mientras jugabamos cartas. Y no la golpeaba porque te tocaba jugar, sino que era una excusa para tocarte.
¡No dejé de mirarte las piernas!
Y para ponerle la guinda al postre, hoy apenas te hablé.
Mi defensa: Te amo

viernes, enero 05, 2007

Sauce Llorón

No te miento cuando te digo que la encontré tirada en el suelo. Iba yo caminando por los pastizales, disfrutando del cielo tornasolado y las nubes aradas, cuando, cerca del precipicio, enganchada de una rama que había al borde, encontré un ala. No era de un pájaro que yo hubiese visto anteriormente. No le di mucha importancia, para mí, era un ala. El ala más hermosa que había visto, tenía un brillo cautivante, blancura inmaculada y una suavidad que era incomparable. Decidí tomarla y guardarla en mi morral. Cuando llegué a mi casa, noté que entre algunas de sus plumas, había una pequeña mancha azul que salía de un pequeño tajo. Tuve mucho cuidado al sanarla, velé por ella, hasta que cicatrizó. El brillo no lo perdía, y su fragancia era tan fresca como la del día que la encontré.
Uno de esos días fue que la conocí, no sabía si eran sus ojos afligidos o el sonido de su voz lo que confrimaba su hermosura, no sabía. Estaba en la sombra del sauce próximo al riachuelo, sentada mirando al horizonte con esos ojos de pena. Me acerqué a ella y le pregunté si podía preguntarle qué le pasaba. Ella me respondió que había perdido algo, lo que le causaba una gran pena. Su voz me desquició y me enamoré de ella. A la vez, a ella le gustó mucho mi olor. Ahí empezamos a conversar y compartir historias. Nos conocimos y la empecé a amar. Y un día quise hacerle un regalo. No sé por qué, sólo quise hacerlo. Y antes de salir de mi casa, guardé en mi morral el ala que tenía sobre mi escritorio y partí al sauce. Ahí estaba ella, hermosa con su pelo oscuro ondulado, vestido blanco y su mirada de pena. Sonrió al verme venir, y cuando le dije que le tenía un regalo, ella se avergonzó y bajó la mirada. Abrí mi morral y saqué el ala, se lo puse frente a los ojos y algo sucedió. Un brillo me encegueció y el ala me abandonó. Esa fragancia me envolvió y ella me miró fijo, mientras el ala se ensamblaba en su espalda. El ala y otra igual se extendieron y fue magnífico, ella se veía gigante, incluso inalcanzable.
Su mirada ahora tenía otra pena que la absorbía, yo la miraba con asombro. Ella entre las ramas lloronas no me hablaba, yo lo entendía todo. Entonces se inclinó hacia mí, y con su mano en mi barbilla besó mis labios con los suyos. Mis ojos se cerraron, de lo que ahora me arrepiento, porque no la volví a ver. Ella dejó mis labios y voló hacia el horizonte, pero no la ví, la escuché irse hacia allá. Cuando abrí los ojos, ella ya no estaba a la vista, ella se había ido. Y ahora, cada día que voy bajo el sauce a esperar que ella llegue, por entre las ramas cae delicada una pluma tan suave y fragante como ella. Y seguiré yendo cada día, porque sé que la volveré a ver.


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¿Cómo la voy a volver a ver? Deja tu teoría en "comments"

lunes, enero 01, 2007

Reptil

Sólo cantaban los pájaros
Pasaban volando por sobre los techos
Dejando su eco en los cántaros
Y arrullándolos en sus lechos

Los lechos sobre el piso
Albergaban sus sueños
Dulces, calmos, sumisos
Mientras de los míos yo aún era el dueño

El único despierto entre todos
Sonreía por sus ronquidos
Soplaba por sus descansos
Y caía de nuevo en su ronroneo

Ya todo estaba acabado
Claro lo tenía
Pero mis dedos alocados
Acariciaron su barbilla

Mientras le miraba dormir
No escuchaba el roncar de ellos
Tan sólo una pregunta veía venir
Si alguna vez fui parte de sus sueños

Nunca sabré si alguna vez fui parte
De eso creo que nunca me voy a enterar
Pero si quiero contarte
Que tú siempre en los míos vas a estar
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