viernes, febrero 16, 2007

Única

Antes de que te vayas déjame saber una cosa. Mi intención no es hacerte sentir aproblemada ni presionada frente a lo que quiero saber. Solo ponme atención y mírame a los ojos. ¿No sentiste el amor cuando nos tomábamos de la mano y hacíamos temblar el piso con nuestros pasos? ¿No lo sentiste cuando en mis ojos te reflejabas? ¿Cuando juntos tratamos de tocar el cielo? ¿Ni siquiera lo escuchaste entre los versos que te escribí? ¿No lo sentiste cuando apagamos estrellas entre palabras y palabras? ¿No sentiste ni un poco de lo que yo emanaba cada vez que te veía? ¿O cuando despierto te soñaba y en mi silencio te extrañaba? Antes de que te vayas, por favor dime. Por último, dime si te hice sentir así.

jueves, febrero 15, 2007

Balas en el ballet

Oscuridad total y el escenario se ilumina por completo. Todos los ojos puestos sobre la menuda mujer que aparece con perfecta pose. Todos los hombres se enamoraron de su inocencia, de hecho debió ser la del personaje que interpretaba, porque como paisana era una desgraciada. En fin, todos en silencio, viejas erguidas en sus asientos y en los palcos miraban nariz en alto, mostrando joyas y orgullo basado en riqueza. La música empezó a sonar, pureza en cuerdas y vientos. Y al unísono, la niña se empezó a mover como una pluma sobre los tablones.

Aquí no hay vendedores de maní. El degradé rojizo por las cortinas, los tapetes y cobertores de asiento daban sueño. Pero aún así, sus movimiento mantenían a todos pendientes. Aparecían hombres en mallas, damas de garbo perfecto y uno que otro enano para escenografía nada más. Para demostrar que por ahí no hay discriminación. La órquesta imprimió algo más de agresividad, pero la niña seguía moviéndose como una gacela. La historia los tenía a todos con sus cuatro ojos en el escenario. En la parte en que el galán al fin está por conseguir el amor de la protagonista, y donde la música se aliviana y se convierte en dulzura en ondas, un niño, incorrectamente vestido y cara sucia se acerca al centro de atención y apunta con una pistola a la bailarina. La música no dejó de sonar, los bailarines no dejaron de danzar y los espectadores no dejaron de observar el espectáculo. El niño pronunció unas palabras que nadie se dio la molestia de escuchar y con la pistola siguió los movimientos de la mujer. Y cuando su dedo índice se disponía a recogerse, una bala atravesó la cabeza del niño. El fluído de vida saltó en todas las direcciones, pero era un degradé más del rojo, no tenía importancia. En la primera fila, sin dejar de mirar sacaban sus pañuelos y se limpiaban los rostros. La orquesta seguía tocando y en el escenario, dama y caballero bailaban como un solo individuo.

La música acaba, los pies se inmovilizan, torsos agradecen, aplausos llenan la gran habitación y cae el telón. Los aplausos se prolongan, una que otra vieja llora por lo lindo de la historia, pero en verdad lloran porque les gustaría que su vida fuera como la de la danzarina. En los palcos permanecen sentados y aplaudiendo desganadamente, porque sus vidas son basura superficial. Todos toman sus sacos y salen por las amplias puertas a refugiarse en sus castillos de falsa felicidad. Los de la primera fila evaden el cuerpo tendido en el suelo y tratan de no mirar. Mientras que tras bambalinas, la bailarina principal se quita el vestuario y se va por la ciudad a empezar a "trabajar".

miércoles, febrero 14, 2007

No salió

Se deshojaron las nubes, se secaron los mares y ahogaron los desiertos. Todo frente a mis ojos. Al principio no sabía si mirarlos bien o no, estaba comatoso consciente. Caminaba por inercia y no me tropezaba por suerte. Luego volví a mirar lo que se mostraba frente a mí y lo encontré hermoso.

Cañones disparando aire, de toda clase de aire, aves zambulléndose en tierra firme y volantines pegados a las nubes. Y todo esto no metafóricamente. Las bombas de aire me pegaban en la piel como agujas de temperatura. A pesar del calor infernal que había en ese momento, sentía calofríos de hielo. Mi corazón era un hielo. Y creo que aún lo es. Una harmónica no me podría haber hecho ver más solo, no, no podría. Era mi caminar y la maravilla que tenía frente a mí. Tenía dos opciones, guardarlo de donde venía o tomarlo y sacarle provecho. La verdad es que el tiempo ha pasado y no sé aún qué hacer con ella. Lo único que sé es que me sentí enfermo, debió haber sido una de esas plantas exóticas que ví, tomé y tragué. Debió habérseme atorado en la garganta, que no me dejaba tragar mi propia saliva. Una salida no me habría venido mal. Una puerta en la mitad del camino, que al cruzarla me llevase a un lugar desconocido, quizás al sur. Con todo lo que estaba viendo, podría haber pasado, pero no pasó. Tal como antes había esperado, pero no salió. Y no podía forzarla, a mi mente, a hacer aparecer algo que no nacía en el momento. De hecho, esa puerta nunca nació anteriormente, pero valía la pena el intento. Una rosa hacía nacer discos que volaban como mariposas y chocaban con mis orejas. Debo reconocer que al principio me gustaba, y al final también. Una vez ya lo había mencionado, y ahora vuelvo a hacerlo, nunca me había sentido tan frágil. "This side up". Si no era así, fragmentación segura, si no era del todo, era de una parte importante. Me sentí agradecido de lo que se me había presentado frente a los ojos, un mundo nuevo, lleno de cosas que me atraían y querían formar parte de mis estrofas. Y no miento, eso querían. Así que tomé algunas y dejé abierto el retoño de donde salieron, para dejar que salgan y aprovecharme de ellas de vez en cuando. Una curva me hizo despertar, poco a poco. Esos arcoiris invertidos y mantis religiosas se fueron alejando, agitando sus brazos suavemente, despidiéndose. Al principio lo había encontrado hermoso y luego la nostalgia me carcomió. Me partió devorando los pies y fue subiendo y subiendo hasta llegar al ombligo. Me dio cosquillas, pero no se detuvo, siguió subiendo hasta cubrirme por completo. Hasta que me sentí completamente perdido. Había perdido la maravilla que tenía al frente, y los disco que flotaban cerca de mis oídos ahora arremetían con fuerza contra ellos. Herían.

Ahí sí que me sentía solo, me acordé de un poema que no tiene nada que ver, excepto una frase. Que en mi caso sería egoísta, así que no la comento. Trance. No hay voz, no escucho, no soy, solo estoy. Que incómodo. Ocupo espacio, productividad cero. Zona cero. Sí, eso es. Algo cayó sobre mí, y me dolió y luego quedé hecho ruinas. Ahora que lo pienso, no dolió tanto como creí que lo haría. Pero ahora que lo pienso, antes de dormirme voy a ver todo lo que antes ví y en vez de maravillarme, voy a repudiarme por no haber podido hacer aparecer esa puerta.

martes, febrero 13, 2007

Tiempo y pasado

Creo que nunca me había arrugado tanto para reconocer a alguien. Puede ser que jamás pude quedar conforme con el final de la historia, quizás por eso quería que esa mujer al otro lado de la calle fueras tú. A primera vista no lo parecías, por eso tuve que enfocar bien mi visión.

El olor de los pasteles recién horneados y las migas en los bordes de tu boca. Por doquier. Los faroles aún no se prendían y las calles seguían alborotadas. Mientras cruzabamos la avenida tomados de la mano, muertos de la risa. Me acuerdo del puente en el que veíamos como el sol se nos escapaba y despertábamos por un bocinazo que se filtraba por entre los coches. La izquierda en la cintura y la derecha en la mejilla, y nuestros labios a menos de un dedo de distancia. Hasta a contraluz te veías hermosa. Fiestas que no aprovechábamos como el resto. Nada de baile para nosotros, eramos monarcas de sillones y bancas. Tu boca derramaba poesía natural mientras te escuchaba y me ponía a contar estrellas. Prometí llevarte a alguna de ellas, algún día, alguna vez. Te bajé flores a cambio, y a cambio me diste besos. Todos los días eran aniversario entre nosotros. Cartitas y visitas, mudas serenatas. Pan de cada día saliendo desde el alba. Nunca fui tan feliz y no lo he vuelto a ser. Hasta ahora que te ví.
Me dan la luz verde y me hago camino entre las chaquetas y maletines, botas y vestidos. Llego al otro lado y la alcanzo frente a una tienda. La tomé muy suave del brazo y se dio la media vuelta, la miré con esperanza de que me recordara. "Los años han pasado, pero algo no han borrado, esos tibios sentimientos cuando andábamos de la mano. Mi amor, dime que recuerdas cómo era el que te amaba, cómo fuiste aquellos días antes que nos marchitaran. Espero sepas que en mi vida nunca pude reemplazarte, ahora espero que tu puedas otra chance regalarme".

Y luego de una mirada cristalizada y una sonrisa temblorosa floté con su voz tan preciada. "Te amo, amor, te amo, y que me muera si te engaño. Dulces sueños los que tuve ahí durmiendo entre tus brazos. Sí, el tiempo no ha borrado lo que tengo aquí guardado, pero las noches ya pasaron y colgada en los recuerdos sería vivir en vano. Ya es tarde para chances ahora debo abandonarte, mis dos hijos y marido, ellos ahora van a amarme".
Me quedé de pie fuera de la tienda, viendo como se desvanecía su silueta entre el mar de gente. Pensar que si no nos hubiesen forzado a separar, estaríamos en la estrella que no la alcancé a llevar.

viernes, febrero 02, 2007

Bardo:

No sabría decir si llegaste a sufrir, pero lo llegué a sentir. Me bastó escuchar tu voz muda para despertar mi empatía. Siento haber encontrado a alguien de mi raza, una raza que había dado por extinguida por no hallar a nadie más de ella. Ahora tengo motivos para no callar mi pluma, ahora no estoy solo.

Fue un milagro haberte encontrado, y te agradezco el haberme albergado. Fueron días de maravilla y noches de maestría. Me enseñaste como mimetizarme con el polvo y convertirme en ave, a observar con los ojos cerrados y oler colores, a perforar el aire y llorar el viento, a silbar miradas y besar con ellas. Me enseñaste a amarlo todo sin querer poseerlo, a nadar en prados y zambullirme en montañas, a dibujar las nubes y mezclar mareas, a gritar estrellas y girar en ellas, a atrapar esperanzas y recoger olvidos. Me enseñaste a encender luciérnagas y a apagarlas, a entrar por puertas cerradas y morar en el alma, a enfrascar tormentas y liberar cometas, a hacer hablar las letras y saborear pensamientos. Me enseñaste a ser sombra y silencio, tormento y paz. Me enseñaste a cantar con los dedos.
Siendo tu sombra de ti aprendí. Te ví. Te ví tomando eclipses con tus manos y moldeando un universo nuevo. Transformista. Ilusionista de versos. Complaces la vida y despiertas a muertos.

Ya no estoy solo, ahora no estás solo. Tus palabras son las mías, y las mías ya son tuyas. A la distancia nuestras plumas coincidirán en pasión, pero nunca repetirán. Tengo la sensación que no nos volveremos a ver, no volveremos a ver el mundo juntos, pero juntos haremos que el mundo se vea a sí mismo.
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