lunes, octubre 30, 2006

Espejito espejito

En un departamente en la ciudad, se estaba sonando frente al espejo cuando se vio una cana que sobresalía de su cabellera. Dejó caer el papel confort y se perdió en la blancura de ese pelo. Se fue a un lugar más allá. Se perdió en la dimensión desconocida del espejo.
31 años, sin pareja, sin mascota, sin algo que hacer por las tardes. Se paseaba en pijama por el departamento de la noche a la mañana, se dejaba caer en el sofá y se ponía a ver televisión, vegetaba por la tarde. Desayunaba sueño, almorzaba cansancio y cenaba más sueño todavía. La cama deshecha hace más de un mes, desde que vino su madre a visitarlo. Paquetes de comida abiertos en los mesones de la cocina llenándose de hormigas, vasos sin lavar y ropa sucia en un rincón. El mayor ejercicio era cambiar el canal de televisión. Sus amigos estaban bien, él los había descuidado. Y las mujeres que más cerca tenía eran las de "Wild on". Las ventanas se abrían cuando el calor era muy pesado y la puerta se abría para botar la basura y salir a comprar más basura.
Todo esto descubrió en la dimensión del espejo donde se perdió por un momento. Tenía que hacer algo al respecto, había desperdiciado su vida. Entonces tomó el teléfono y llamó a su madre. "Te quiero", le dijo sinceramente, luego tomó el teclado y empezó a escribir una novela más.

Llanto

¿Por qué no te atreves a abrir los ojos? Te estás perdiendo un maravilloso día junto al sauce.
Abre tus ojos, mira a ese azor volar, míralo planear, mira su libertad.
No te das cuenta, pero si abrieras tus ojos, no habría necesidad del sol.
Líbrate de los párpados, déjate admirar.
Y si al abrir los ojos, las lágrimas caen como cascadas, tranquila niña, que en ellas me bañaré...
de ellas me embriagaré y si es el precio que has de pagar, con ellas bailaré por toda la eternidad.

jueves, octubre 26, 2006

La Luna

Acabo de ver la luna flotando en el cielo, y en lo único que puedo pensar es en lo bien que se sentiría poder decirle a alguien que la mire en este momento. Qué bien se sentiría saber que estoy compartiendo la misma visión con alguien que me importa, saber que a pesar de no estar juntos físicamente, nuestras miradas se ensamblan en una, perdidas en el brillo de la eterna nochera.

miércoles, octubre 25, 2006

Sueño recurrente

Guíñame un ojo si sientes mi mano,
Aventurarse por entre tus dedos
Y al mismo tiempo, deslizarse por tu pelo;
Enmarañarse en tu seno
Ocultando todo mi miedo

Bésame la frente
Para sentir las vertientes
Que purifican tus labios
Para calmar mi mente

No me sueltes
No pienso dejarte ir
Créeme, no es egoísmo
Es sólo miedo a perderte

Te he apreciado sin haberte visto
Te he sentido sin siquiera tocarte;
Pero amor, ¡Ya no aguanto perderte en el día
Y refugiarme en ti sólo en la noche!

Prométeme que cuando despierte
En mi mano encontraré tus dedos de terciopelo
Y que juntos miraremos el cielo
Atiborrarse de estrellas
Que recojan tu pelo

No me dejes abrir los ojos
No los quiero abrir si no te voy a ver;
Mejor llévame en este sueño
Y vivamos nuestro amor de una buena vez.

viernes, octubre 13, 2006

Mira conmigo

Sé que te mueres por ir a bailar, pero por favor quédate un rato aquí conmigo. Déjame aguantar esto lo máximo que sea posible. Momentos como este no había probado antes, y te juro que, que hayas sido tú quien me lo hiciera probar, me hace sentir algo gracioso en mi guata.
Te prometo que no voy a romper el silencio, si tan sólo me acompañas a mirar la misma estrella que nos ilumina, la misma estrella que te hace ver tan linda esta noche. Te ves tan tierna; tus labios me tientan a soñar con tocarlos y probar su superficie, tus ojos se pierden entre las estrellas y tu linda nariz entra el aire perfectamente sincronizada para que tu boca le de una salida. A pesar de tu ternura, estás implacable. Te sientas tan erguida, que a pesar de tu baja estatura, en momentos me haces sentir que eres inalcanzable para mí. Pero, sólo te pido que me ayudes a conservar este momento por una fracción de la noche. Deja que mis dedos encuentren los tuyos y sean ellos los que bailen locamente, deja que mi sien repose en tu hombro y le cuente historias sin fin, deja que mi corazón se regule y lata al mismo ritmo del tuyo. Quiero sentir que por esta noche somos uno. Quiero que sepas que, esta noche, el único ruido para mí, eres tú. Quiero, esta noche, hacerte saber que te amo.

jueves, octubre 12, 2006

Cabalga

- Acompañame a ver algo?
- Dónde?
- No sé
- Bueno
- Vamos
- Para qué?
- Quiero olvidarme
- De qué?
- De todo
- Qué es todo?
- No importa
- Bueno
- Caminemos
- Cuánto?
- Lo necesario
- Para olvidarlo?
- Claro
- Pesa
- Mucho
- Aquí está bien
- Aquí veniamos
- Qué hay aquí?
- Mira el cielo
- Qué tiene?
- No ves?
- Qué?
- Los caballos
- Dónde?
- En el cielo
- No veo
- Qué ves?
- Nubes
- Nada más?
- Un sol
- Llega más allá
- Dónde?
- Libérate
- Cuánto?
- Déjate llevar...
- Hacia?
- Donde sea
- Qué hago?
- Cabalga...
- Cabalgo...

miércoles, octubre 11, 2006

Sulfuro

Pensé que sería mucho más fuerte, algo que en su pleno clímax nos siguiera preocupando su comienzo. Algo que con el viento que lo precediera bastara para acabar con cada una de nuestras células. Pero no fue así, fue algo mediocre.
Las nubes se cerraron bruscamente y el sol de mediodía que aún no se acostaba en la costa, las pintó de rojo. El viento se aceleró y comenzó a botar todo lo que hubiese a su paso, postes, torreones y aviones. Era un verdadero espectáculo ver a los ilusos helicópteros de los noticieros desarmarse entre las diferentes corrientes que fluían. Las hélices se doblaban en todas direciones y el cuerpo completo se iba de pique a tierra explotando contra los edificios. A varios se les ocurrió que esto podría haber sido un ataque terrorista, algo utópico a decir verdad, pero se les ocurrió. De hecho, por los ideales que yo tenía de este momento que sabía llegaría, también se me pudo pasar por la cabeza. Lo único que me aseguró que era el tan temido fin, fue la visión de unos seres que ahí no debían estar que tuve. Nadie más los podía ver parece, porque eso si que impresionaba y asustaba, pero todos estaban aterrorizados porque la tierra se agrietaba y las montañas gritaban ensordecedoramente. El pequeño Fred apenas sintió el primer temblor, se encerró en el bunker, y como qupongo que entró en pánico no le abrió a nadie más. Ni a sus padres ni a mí, a nadie. Ese pequeño, con sus ojos puros de niño, debió ver algo terrible, de esas cosas que solo existen en pesadillas, pero peor. Porque antes de cerrar la puerta del bloque donde está ahora, sentí en su presencia una pérdida de sí mismo que jamás había sentido, no me atrevería a decir que había perdido su fé, sino que él sabía algo que nadie más podía saber. Desde aquí, al lado de la puerta al bunker que no se va a abrir, puedo ver como la gente corre en cualquier dirección, sin saber adonde van. El pánico es de ellos, pero yo estoy sereno, yo sé que un final como este no puede acabar con alguien que estaba preparado a morir con un final espectacular. Por más que esperaba la llegada de mounstros feroces y una catástrofe magnífica, no llegaban, me estaba desilusionando. Los simos se hicieron más fuertes, la tierra se cortaba como una torta frente a mis pies y el aire estaba furioso. Y recién ahí me di cuenta que no era el fin que esperaba por el lado que esperaba que llegase. Era una burla, no era lo que pronosticaban los libros, sino lo que un renegado quería hacer. El azufre lo inundó todo, se hacía difícil respirar, entonces los ojos de Fred se hicieron míos. Empecé a ver cosas que nadie debería, ya no veía personas, veía colores que se apagaban, colores brillantes que se apagaban. Ellos corrían por todos lados, y unos animalejos nunca antes vistos se paseaban parsimoniosamente por todas partes. Les daban zarpazos a los colores que corrían y los iban apagando cada vez más. Era triste lo que se veía desde aquí, y más me aferré a la entrada al bunker. El azufre me empezó a carcomer, pero más fuerte me aferraba a la manilla. Cerré los ojos como si amortiguara el dolor, pero no servía, y cuando abrí mis ojos lo encontré frente a mí. Esto debió haber sido lo que el pequeño Fred vio o sintió. Era imponente y nada parecido a lo que me imaginaba. Desprendía de él una seguridad impresionante y te achicaba con la vista. Y si te miraba directo a los ojos, el miedo te embriagaba y se apoderaba de ti. Yo no podía irme en este tren, ya estaba resignado a irme por voluntad de Dios, no por un traidor. Entonces apreté lo más fuerte posible la manilla de la puerta blindada y vi un brillo encandilante salir de mí. A la enormidad que tenía alfrente no le inmutó ni un poco que yo no me estuviera apagando, sino que prendiendo cada vez más. Él estaba seguro que yo no sería obstáculo, pero de improviso se fueron prendiendo luces en todas partes, luces que empezaron a iluminar las tinieblas que lo habían copado todo. Entonces este mounstro colosal dio un paso atrás, reflejando un temor perdido, entonces me miró con rabia y me levantó su mano. Lo único que recuerdo es que las nubes se abrieron un poco, permitiendo la entrada de una luz enceguecedora que provocó el lamento de los despiadados seres que yo veía, y un golpe inevitable me noqueó.
Cuando desperté, noté el desastre que había quedado, era peor que los que cuentan las novelas. Sollozos se escuchaban por todas partes, la sangre de los heridos teñía el pasto de escarlata y ya no podía ver los colores que antes veía. El aire se había limpiado, ahora era fresco, y el cielo se había abierto para consolarnos con su azul. Me traté de levantar sin poder ver que yo estaba completamente desfigurado, pero no podía detenerme, la puerta del bunker estaba abierta. No me importaba cómo estuviera yo, tenía que buscar a Fred. No pude levantarme, así que me arrastré y empujé la puerta. Llegué hasta el fondo de la pieza y prendí las luces auxiliares para ver algo ahí. No vi nada, sentía el olor de mi hermano, pero no lo veía por ninguna parte. El muy desgraciado se lo había llevado, quizás todo esto fue por él. Quizás venía por él.

lunes, octubre 09, 2006

X

He abierto tu ventana, pero veo esa foto y la cierro sin pensarlo dos veces. Además llegué a la resolución que no voy a volver a ser el primero en saludar.

Clon

Necesito tener un clon, porque el escribir ya no basta. Quiero a alguien que sienta lo mismo que yo, para que me pueda entender. Es por eso que me siento solo, porque aún no encuentro a nadie así. Puedo estar rodeado de gente, pero aún así sentirme solo. Suena dramático y desesperado, pero no es así. Me gusta estar así, ya me acostumbré.

ARF

El panorama cambió sorpresivamente. Solo bastó una ráfaga de viento que me hiciera cubrir mis ojos para que todo mi alrededor se tornara intimidador. No había un alma por lo que podía notar con mi vista y solamente podía oír grillos y búhos, y sentía la succión de los charcos de lodo que pisaba. Mi paso se volvió cada vez más lento y temeroso.
Entonces sentí que había alguien más ahí, no lo podía ver, pero estaba. Pasos adelante, fuera del sendero, un grupo de ramas comenzó a sacudirse. Y de súbito, apareció. Su hocico alargado, orejas elegantemente erectas, una nariz húmeda y postura inquisidora, se presentaron frente a mí. Como si me estuviese restringiendo el camino, como si de ahí en adelante ese territorio fuera suyo. Me quedé helado frente a él, tenía mucho miedo, sentí que hasta ahí no más llegaba, que ese canino de piel azulada me devoraría con sus colmillos firmes y relucientes. Entonces me fijé en sus ojos, para ver la mirada de mi asesino antes de no sentir más. Y me encontré con unos ojos oscuros que me quitaron el temor de encima. Esa mirada nunca la voy a olvidar, fue una mirada que me hizo sentir tranquilo, ella me dijo mucho, pero no lo supe interpretar en el momento. Dio vuelta su animalidad, dándome la espalda, y comenzó a caminar por el sendero. Vi como se alejaba desde mi lugar, y cuando perdimos cercanía, él se detuvo y me miró otra vez. Esta vez, esa mirada me hizo caminar con tranquilidad. Seguí escuchando sonidos escondidos entre las ramas y agazapados en la oscuridad, pero ya no me provocaban esa cobardía que conocí momentos antes. Cuando miraba adelante, lo veía a él caminando a mi mismo ritmo, con todos sus sentidos pendientes a lo que pudiese ocurrir de imprevisto. Daba la impresión que me estaba protegiendo, ¿De qué? De mi propio miedo, pienso. Y sí que lo lograba, me sentía seguro al verlo al frente, con sus patas fornidas y su cabeza erguida, imponente. Recuerdo que en todo ese trayecto fui ignorante, no sólo eso, sino también inocente y confiado. Aquello que iba adelante mío era algo que por naturaleza no es de fiar, pero yo me dejaba llevar por algo sublime que corría por el aire que nos separaba. A medida que el camino se tornaba más oscuro, su presencia se tornaba más difusa. Ya no veía al animal azulado de antes, ahora veía al mismo, pero dorado. El oro hacía refulgir las hojas y dejaba una estela en el sendero. Yo lo seguía con la misma confianza, algo tenía ese lobo que me hacía sentir tan a gusto, incluso, por unos momentos llegué a sentirme completo. El camino se empezó a dilatar, las ramas cedieron espacio y la oscuridad se dejó penetrar por la luz, mientras las criaturas se silenciaban. La luz que tenía metros más adelante encandilaba y me atraía.
Entonces sentí cómo se aproximaba una ráfaga similar a la anterior, pero esta vez no me quería perder, no lo quería perder. Pero llegó, y me azotó cariñosamente el pelo. Me obstiné a no cerrar los ojos, a no quitarle la vista de encima a aquel lobo dorado. Y así fue, un viento dulce me envolvió y reconfortó, y mirando adelante, vi cómo un pequeño remolino desvanecía a mi guía que me miraba humildemente e impregnaba el aire de su presencia, y yo lo trataba de aspirar, pero era un aire tan grueso que hería. El viento me abandonó y me encontré de vuelta al desierto, el sol se acunaba entre las dunas y la selva había desaparecido como si hubiese sido una fantasía. El oro ahora se mimetizaba con la arena. Miré en todas las direcciones esperando, ilusamente, encontrar a mi compañero de viaje en alguno de los puntos marcados por la rosa. No lo encontré a él, pero entendí el por qué. Él no podía seguir conmigo, no es su naturaleza el pertenecer y corresponder, él debía seguir, seguir dando y encontrando sin recibir. Él era así. Y ahora que vago en mis arenas, en busca de mi hogar, me sigue rondando la pregunta de quién era él.

domingo, octubre 08, 2006

20:20

Como un globo aerostático que se le acabó el gas, y yo soy el aire perdido al fondo del estanque.

(Acaba de pasar un mounstro por la pantalla)

jueves, octubre 05, 2006

Entre el muro y el pasamanos

Se encontraron en la escalera de caracol, en esa fría escalera donde cuelgan los grandes y lúgubres cuadros del siglo pasado de los antepasados. Cuando sus miradas esquivaron las ondas del aire, para encontrarse como dos nubes negras en una tormenta tropical, pareció como si el tiempo se detuviera. No lo hizo en realidad, pero pareció.
Las fibras de sus vestidos se tensaron, los peldaños se congelaron y las moscas cayeron espantadas. Sus ojos perforaron violentamente los de ella, y los de ella a los de ella. El ébano de la que subía envolvió de noche a la que bajaba. Y el esmeralda de la que bajaba, a la que subía, la ahogó en su lozanía y transparencia que la otra tanto odiaba de ella. Las palabras no fueron necesarias, sus pupilas lo dijeron todo, absolutamente todo. Ni una mueca ni intimidación, sólo la mirada fija en la otra refrescada por propios parpadeos. La que se acercaba al cielo, juntaba sus párpados tósca y precipitadamente, y la que se aproximaba al núcleo, con fineza y medida altiveza, la denigraba más aún.
La batalla en ese instante estuvo balanceada, pero la balanza se cargo hacia abajo, en la dirección que guiaba la femeneidad personificada. El resultado se sintió en ambos lados, cuasando satisfacción y una inmesa frustración. Todos sabemos quién debería haber sido la derrotada, pero la justicia no es virtud del destino. No... no lo es.

martes, octubre 03, 2006

Se cae el muro

Estábamos apoyándonos en la muralla, como si el edificio fuésese a caer. La caja con el concho se balanceaba entre tu manga y pantalón a medio abrochar. La gente pasaba al frente nuestro mientras nos contábamos historias de esa misma noche. Historias que nunca pasaron, pero estábamos tan vulnerables a las fantasías, que nos escuchábamos con inmensa atención. Tú me relataste, a lance de balbuceos, tu conquista en la barra y la consumación de ese amor relámpago en el baño de damas. Y yo te conté de la pelea que tuve por mi honra, no me acuerdo por qué, pero algo tenía que ver con la honra; eran cinco tipos grandes como La Roca, y los destrocé uno por uno, de ahí apareció una mujer que parecía modelo a flirtearme, pero la mandé lejos porque estaba como ebria.
De ahí, abristes la caja y te mandaste el concho que quedaba, no me convidaste, pero hiciste que se nos empezara a caer el muro. Fuiste el primero en darse cuenta, perdiste el equilibrio y ahí lo noté. Las ventanas estaban como locas y la pared más pesada que el elefante que me contaste que levantabas en el circo. Entonces para retener el concreto, soltaste la caja que cuando cayó al suelo, ocasionó un temblor y no pudimos con la muralla. Se nos cayó encima, mejor dicho, se te cayó encima, yo entré justo por una ventana que estaba abierta.
Y te aplastó, te trajeron a la posta. Algo dijeron de un tal "etílico", pero no pude hablar con ese doctor. Y como estamos en hora de visitas, y estay como medio ido, te estoy contando como llegaste aquí.

Break

Tengo mucho que decir, pero no hay formas para hacerlo.

Sólo aspiro a un soplo de inspiración, y juro que le sacaré provecho a lo Midas.
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