Hoy me hiciste falta
Las gotas seguían cayendo del tubo y poco le importaba que al chocar con el suelo salpicaran y le mancharan el pantalón. Hace más de una hora que estaba sentado en la misma posición, con las rodillas elegantemente recogidas, los brazos sobre ellas y con su espalda en el muro, encopándose de su cabeza que apuntaba hacia el cielo.
Las estrellas le eran indiferentes, ninguna brillaba demasiado, o lo suficiente como para llamar su atención. Se entretenía sólamente respirando. Y a esas alturas respirar significaba prolongar la espera por un sueño mejor. O talvez despertar. Él sinceramente deseaba poder despertar pero era imposible negar la veracidad del goteo incesante, del frío tenue y comprimido, de las estrellas displicentes y su latencia hipersensible. Su entorno y todo lo que no fuera su fisiología interior estaba mutenado, excepto por la gotera que se confundía en un solo sonido con el latir de su corazón. Empezaba a caerle el sueño encima, y su respiración se quería transformar en un bostezo. Pero él no lo permitiría, porque sabía que era un sueño que trataba de escapar, y por lo general los que se van en los bostezos son los mejores. Y él quería mantenerlos consigo hasta despertar o, sencillamente, pertar. Hace rato ya había dejado de mirar hacia el cielo y se había enfocado en no dejar que sus sueños se le fugasen por los labios, por pequeña que fuese la abertura, no lo permitiría. De repente empezó a escuchar a un grillo oculto entre las hojas del arbusto a su lado y lo miró con pasividad, hasta se podría decir que con simpatía le entregó una sonrisa. El mundo se le desenmudecía, pero esas estrellas seguían igual de parcas, y él volvía a incorporarse como parte de él.
Se puso de pie, sacudió sus manos y tragó otro sueño rebelde, se irguió y, luego, con las manos en los bolsillos a paso lento abandonó el muro y la gotera. Aún esos sueños seguían revolviéndose cerca de la puerta de salida, y uno que otro le patinaba por el oído susurrándole el nombre de quién participaba en el reparto principal. Él la recordaba y sonreía con inconmesurable paz. Pronto volvería. Y con mayor determinación decidió mantener su boca cerrada hasta tranquilo poder descansar y ser invadido por el sopor de la dulzura de ese nombre.
Las estrellas le eran indiferentes, ninguna brillaba demasiado, o lo suficiente como para llamar su atención. Se entretenía sólamente respirando. Y a esas alturas respirar significaba prolongar la espera por un sueño mejor. O talvez despertar. Él sinceramente deseaba poder despertar pero era imposible negar la veracidad del goteo incesante, del frío tenue y comprimido, de las estrellas displicentes y su latencia hipersensible. Su entorno y todo lo que no fuera su fisiología interior estaba mutenado, excepto por la gotera que se confundía en un solo sonido con el latir de su corazón. Empezaba a caerle el sueño encima, y su respiración se quería transformar en un bostezo. Pero él no lo permitiría, porque sabía que era un sueño que trataba de escapar, y por lo general los que se van en los bostezos son los mejores. Y él quería mantenerlos consigo hasta despertar o, sencillamente, pertar. Hace rato ya había dejado de mirar hacia el cielo y se había enfocado en no dejar que sus sueños se le fugasen por los labios, por pequeña que fuese la abertura, no lo permitiría. De repente empezó a escuchar a un grillo oculto entre las hojas del arbusto a su lado y lo miró con pasividad, hasta se podría decir que con simpatía le entregó una sonrisa. El mundo se le desenmudecía, pero esas estrellas seguían igual de parcas, y él volvía a incorporarse como parte de él.
Se puso de pie, sacudió sus manos y tragó otro sueño rebelde, se irguió y, luego, con las manos en los bolsillos a paso lento abandonó el muro y la gotera. Aún esos sueños seguían revolviéndose cerca de la puerta de salida, y uno que otro le patinaba por el oído susurrándole el nombre de quién participaba en el reparto principal. Él la recordaba y sonreía con inconmesurable paz. Pronto volvería. Y con mayor determinación decidió mantener su boca cerrada hasta tranquilo poder descansar y ser invadido por el sopor de la dulzura de ese nombre.
1 Comments:
bien escrito
Publicar un comentario
<< Home